¿Por qué los hombres más ricos del mundo convirtieron al periodismo en su enemigo público?
El rol de contrapoder ante la ambición de desregulación total de las grandes tecnológicas que se acomodan a Trump.
Calor, fact-checking y desinformación. Tres cosas de las que se habla mucho este inicio de año. El calor no es novedad porque estamos en enero (aunque sí es novedad el hecho de que el 2024 fue el año más caluroso del que se tiene registro en el mundo). ¿Fact-checking y desinformación? Por el anuncio de Mark Zuckerberg del cierre de su programa de verificación de contenidos en EE.UU. —en Latinoamérica se mantiene por ahora— y la capitulación de su limitado intento de mejorar la experiencia de miles de millones de usuarios en sus plataformas: Facebook, Instagram y WhatsApp. De esto último quiero hablar en la newsletter número uno de La Precisa. Esta newsletter.
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Volviendo al anuncio de Zuckerberg, la decisión del fundador de Meta causó indignación y euforia en proporciones similares. Indignación porque, entre otras cosas, dijo varias falsedades, una de ellas sobre el rol de los periodistas en su programa de verificación. El fact checking no es censura. Los periodistas no borran o dan de baja contenido en su plataforma. Esa prerrogativa siempre ha sido una exclusividad de Meta. Los fact-checkers que están en el programa de verificación de la compañía se limitan a revisar publicaciones y a advertir si son potencialmente falsas. Eso es periodismo. Eso es aportar más datos y perspectiva al debate público. También se repitió que Meta abdicó la responsabilidad sobre lo que ocurre en sus plataformas usando el principio de libertad de expresión como excusa.
Quienes celebraron el anuncio lo hicieron por la señal enviada y luego patentada en la inauguración del presidente Trump, con la imagen de Zuckerberg junto a Jeff Bezos (Amazon), Elon Musk (X) y Sundar Pichai (Google) en las primeras filas de la ceremonia. La señal interpretada fue de alineamiento: los hombres más ricos del mundo y al frente de las Big Tech “sucumbieron” a los vientos de derecha que soplan en el mundo —tan a la derecha que Elon Musk decidió revivir un saludo nazi — y abandonaron toda pretensión de neoliberalismo progresista. El término broligarquía (nos encanta) se volvió tendencia. La periodista brasileña Natalia Viana habló del inicio de la era del populismo empresarial.
Dos reflexiones sobre las motivaciones de estos gigantes tecnológicos:
1) Empresas como Meta nunca tuvieron como misión erigirse en plataformas para ejercer la libertad de la expresión y/o acceder a información de calidad. Su negocio se basa en recopilar nuestros datos de forma masiva y vigilar las comunicaciones para poder vender publicidad microsegmentada, un servicio del que se valen desinformantes locales. Podés leer más sobre el modelo de negocio de las plataformas en el primer capítulo de Ruido, el libro sobre la desinformación electoral que publicamos en 2023. En el periodismo siempre supimos todo esto. Por eso el anuncio de Meta no sorprendió. La empresa, además, necesita acomodarse para evitar cualquier tipo de regulación que afecte sus ganancias. De igual manera, el total irrespeto y desdén por la seguridad de los periodistas reflejado en el anuncio llegó como un golpe.
2) Las Big Tech siempre estuvieron alineadas a los intereses del poder de turno. ¿Recuerdan a Edward Snowden? Recordemos. En 2013, el exagente de la National Security Agency (NSA) filtró documentos clasificados que confirmaron la existencia de un programa global de espionaje del gobierno de EE.UU. con la colaboración de Facebook, Google, Microsoft y otras seis empresas de Internet. Estas compañías dieron acceso a sus servidores y entregaron a las autoridades contenido de llamadas, mensajes y actividad en línea de norteamericanos y extranjeros sin cuidado alguno por el derecho a la privacidad, el debido proceso y la garantía de la presunción de inocencia. El programa inició en 2007 durante la administración del republicano George W. Bush. En 2013, el año de la filtración, era presidente el demócrata Barack Obama. Llevaba ya cuatro años en el poder.
Entonces, ¿qué es lo nuevo? Javier Pallero, experto en tecnología y derechos humanos, dice que la diferencia radica en el enfoque de las Big Tech. “Se adaptan a un escenario político que les permite ser más directos en su alineación con el poder”, escribe en este texto que recomiendo leer. Es decir, lo que parece novedoso es la obscenidad con la que despliegan su obsecuencia.
Lo que no es nuevo es el temor de las élites al periodismo. El desfile desinhibido de poder y masculinidad tóxica en las primeras semanas del año, en particular los ataques explícitos al trabajo de la prensa, esconden un miedo hacia todo lo que pueda desafiar su dominio y exponer sus abusos. A pesar de la crisis que atraviesa el oficio y las limitaciones para combatir la desinformación con herramientas como el fact-checking, hay un mensaje fuerte en el hecho que los hombres más ricos del mundo decidieron convertirnos en su enemigo público. Significa que molestamos. Significa que estamos haciendo bien el trabajo. Por eso mismo, a sus ofensas y a sus amenazas, responderemos con más y mejor periodismo.
🌎 Más claves para la conversación
“Cuando una empresa establecida se queda sin ideas y, en su lugar, busca mantener su dominio a través del dinero y el poder político, es terrible para nuestro ecosistema informativo y nuestra democracia”, dice Julia Angwin, fundadora de Proof News, en su columna sobre las razones de Meta para alinearse al nuevo gobierno de Trump.
“Hemos entrado en una nueva era, la del populismo corporativo. (…) Ahora la realidad paralela está en el poder y la clase empresarial está empapada de ella”, analiza la periodista de investigación Natalia Viana en su columna para Agencia Pública.
“Su filosofía va mucho más allá del simple libertarismo. No es solo que quieran un gobierno que no los pisotee. Quieren absolutamente cero límites en su poder”, reflexiona la periodista y editora Sigal Samuel sobre qué quieren los broligarcas como Musk o Zuckerberg.
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Maldita, Factchequeado y TechPolicy publicaron un análisis de cómo Facebook, Instagram, TikTok, X y YouTube respondieron a la desinformación electoral en EE.UU. El informe documenta que en un 45% de las publicaciones que tenían desinformación, las plataformas tomaron acciones visibles. En general, priorizaron etiquetar contenidos antes que eliminarlos. La única excepción fue TikTok, que optó por eliminar contenidos principalmente.
Nuestro programa de formación continúa este 2025 con talleres, charlas magistrales, mentorías y oportunidades de producción periodística. Estará dirigido principalmente a periodistas, docentes y estudiantes interesados en seguir aprendiendo sobre el impacto de la desinformación y en cómo combatirla. Te vas a enterar primero por esta vía (>ᴗ•) !
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Está edición fue escrita por Jazmín Acuña, cofundadora y directora editorial de El Surti. Actualmente es Journalism Fellow del Reuters Institute de la Universidad de Oxford, donde estudia cómo construir confianza en las noticias más allá de la comunicación en plataformas.