El precio del auge de los data centers en el paraíso de la energía barata
Mientras crece el debate sobre la energía que alimentará a la IA, comunidades denuncian el impacto de empresas que, atraídas por el bajo costo energético, instalan sus data centers en la región.
¿Recuerdan que hace poco más de dos meses, una avalancha de ilustraciones al estilo del Studio Ghibli inundó internet? La tendencia generó una suerte de división. Por un lado estaban quienes no pudieron resistirse a la idea de verse retratados a la manera de Hayao Miyazaki, y por el otro, quienes cuestionaban el uso de inteligencia artificial para lograrlo. Este segundo grupo planteó objeciones éticas al criticar la generación instantánea de un trabajo que, en su forma artesanal, requiere tiempo, esfuerzo y talento humanos —en esos días incluso revivió un fragmento de un documental en el que el cineasta japonés calificó una animación realizada por la IA como un “insulto a la vida misma”—. Pero también expuso preocupaciones relacionadas con el impacto ambiental de esta tecnología, advirtiendo sobre las grandes cantidades de agua necesarias para la generación de aquellas simpáticas ilustraciones.
Aunque, por lo general, los centros de datos o data centers—esas grandes instalaciones físicas que albergan una gran cantidad de servidores— utilizan sistemas de refrigeración por aire, los vinculados a la IA generalmente emplean agua, según reporta Maldita en este artículo. Se estima que el consumo de IA generativa ronda el medio litro cada 10 y 50 respuestas de texto. Pero cuando de generar imágenes se trata, las operaciones se vuelven más complejas y el consumo aumenta.
James O’Donnell, periodista del MIT especializado en inteligencia artificial, investigó a fondo la sed energética de esta tecnología y descubrió que “la energía requerida para producir un video de cinco segundos de baja calidad fue 42.000 veces más que la cantidad necesaria para que un chatbot respondiera una pregunta sobre una receta, y suficiente para alimentar un microondas durante más de una hora”. Si bien el dato suena alarmante, sobre todo porque la IA está apenas en su etapa inicial, O’Donnell insta a ir más allá de la huella de carbono individual. “Existen fuerzas globales que están determinando cuánta energía pueden utilizar las empresas de IA y qué tipos de fuentes la proporcionarán. Además, hay muy poca transparencia por parte de las principales compañías del sector en cuanto a sus necesidades energéticas actuales y futuras, incluso mientras solicitan apoyo público para sus planes. Reflexionar sobre tu huella individual es positivo, siempre y cuando recuerdes que no es tanto tu huella, sino estos otros factores, lo que realmente está quitándole el sueño a los expertos en energía y cambio climático”, señala.
La disponibilidad de recursos naturales y el tipo de energía que se utilizará para alimentar a la IA en el futuro son temas que están en discusión. A mediados de mayo, Marco Rubio, el secretario de Estado de los Estados Unidos (EE. UU.), habló al respecto ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de su país. Tras señalar que el crecimiento de la IA ejercerá una enorme presión sobre la producción energética a nivel global, se refirió a las “oportunidades estratégicas” que este escenario supondría para los países con energía a bajo costo. “Si alguien es inteligente, irá a Paraguay y abrirá una IA”, dijo, en relación al potencial del excedente energético de la represa Itaipú. El gobierno paraguayo, alineado al estadounidense, celebró sus palabras y señaló —a través de Javier Giménez, Ministro de Industria y Comercio— que la visión forma parte de la agenda del presidente Santiago Peña.
Pero ya hace ya unos años que Paraguay se volvió un imán para los inversores tecnológicos extranjeros que, atraídos por el bajo costo de la energía ecléctica, eligen instalar sus centros de datos en el corazón de Latinoamérica. La investigación Extractivismo digital en Paraguay, Relevamiento histórico sobre las criptomondeas, elaborada por la investigadora Belén Cantero para Tedic, señala que la minería a gran escala en territorio paraguayo data del 2017, año en que se registró un ague en la instalación de empresas mineras de capital brasileño en el departamento de Alto Paraná, al este del país.
Este fenómeno, que se ha desarrollado en Paraguay de forma paralela al crecimiento observado en otros países de la región, ha generado debates respecto al verdadero impacto de estas inversiones en la economía local y en el medio ambiente. En este sentido, el data center que Google proyecta en Uruguay ha desatado críticas ya que estará exento de impuestos y “liberará miles de toneladas de dióxido de carbono y residuos peligrosos”, según denuncian de ambientalistas como María Selva Ortiz, quien expresó a The Guardian una preocupación colectiva: "Sentimos que las multinacionales extranjeras vienen a usar nuestros recursos naturales sin ningún beneficio para nosotros".
En Villarrica, un municipio al sur de Paraguay, una comunidad entera comparte una incertidumbre similar respecto al futuro. Allí, un grupo de vecinos se enfrentó a Bitfarms, una criptominera canadiense que durante seis meses les impidió dormir. En el reportaje La rebelión contra la criptogranja, el periodista Josué Congo relata para El Surti el infierno vivido por esta comunidad, que presentó una denuncia contra la empresa que les robó el sueño con su incesante polución sonora, “algo parecido a la turbina de un avión a punto de despegar”, según lo relatado por los pobladores y por como se puede escuchar en registro audiovisual del caso. Pero las criptomineras están en todo Paraguay, sobre todo en la frontera con Brasil y Argentina, donde se instalaron compañías como Muiden, Hive y Penguin, debido a la cercanía con la represa de Itaipú y a grandes subestaciones de la Ande, revela la investigación de El Surti.
El panorama respecto a la IA y el uso de recursos naturales no es para nada alentador. Mientras expertos advierten que el voraz consumo energético de los centros de datos no hará más que aumentar en los próximos años, los empresarios tecnológicos más ricos del mundo, aliados al poder político, alientan a saciar la sed de la inteligencia artificial con recursos de nuestra región. Todo esto a costa del sufrimiento de pobladores de comunidades como la de Villarrica, que resiste a la indiferencia institucional y a un progreso que los excluye.
🌎 Más claves para la conversación
La Política Online comparó las palabras de Marco Rubio con las expresadas por la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de E.E U.U., en relación a las reservas de litio de Argentina, Bolivia y Chile, al petróleo de Guayana y Venezuela, y a la reserva de agua del Amazonas: “La región será clave para el abastecimiento global en las próximas décadas”.
Este artículo de Stephanie Condon para ZDNet cuestiona la narrativa de la nube verde: aunque puede ser más eficiente que los servidores locales, no es automáticamente sostenible. Su impacto depende de la fuente de energía, el uso efectivo de los recursos y el compromiso climático de cada proveedor.
🚀 Oportunidades de aprender y conectar
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